INTRODUCCIÓN
La pesquería del langostino, Pleoticus muelleri,
una de las actividades económicas más importan-
tes del país, presentó en los últimos cinco años un
incremento en las cifras de captura, alcanzando en
2020 un total de 183.892,9 t desembarcadas y pro-
cesadas (MAGyP 2021). Este procesamiento en
tierra genera una gran cantidad de residuos sóli-
dos, conformados principalmente por cabezas,
que representan el 50% del volumen total. Parte
de estos desechos suele ser enterrada en basurales
a cielo abierto sin tratamiento adecuado, mientras
que otra parte es enterrada mediante el sistema
landfarming; sin embargo, la contratación de este
servicio significa un alto costo para la industria
pesquera (Pereira y Fernández-Giménez 2016).
Por otro lado, los mercados internacionales exi-
gen un producto con carne de consistencia firme,
exoesqueleto rígido y sin presencia de melanosis o
black spot. Este último proceso ocurre luego de la
muerte del organismo, donde se genera una colo-
ración negruzca causada por el complejo enzimá-
tico polifenoloxidasa (PFO). La enzima reacciona
con el contenido celular oxidando los fenoles a
quinonas en presencia de oxígeno molecular, for-
mando pigmentos insolubles que se desarrollan
principalmente en un medio alcalino (Díaz-López
et al. 2003; Carranza-Espinal 2014). El almacena-
miento en hielo o el congelado de los langostinos,
puede reducir su actividad enzimática, pero no
detenerla, por lo que la PFO sigue actuando lenta-
mente a temperaturas de refrigeración y puede
acelerarse durante el descongelado. Si bien la
melanosis no influye sobre el sabor y el aroma, es
un signo de mal manejo del producto y baja cali-
dad. Estos langostinos son rechazados por los con-
sumidores, ya que el oscurecimiento se asocia a la
putrefacción, pudiendo causar importantes pérdi-
das económicas debido al alto valor que tienen
estos crustáceos en el mercado (Díaz-López et al.
2003; Carranza-Espinal 2014; Xu et al. 2018).
El metabisulfito de sodio (MBS) es el com-
puesto químico más utilizado para controlar la
melanosis de los langostinos durante el almacena-
miento (Carranza-Espinal 2014). Este preservante
actúa inhibiendo o retardando el proceso de oscu-
recimiento mediante dos mecanismos: a) reaccio-
nando con quinonas intermedias producidas en la
reacción de melanosis, evitando su polimerización
en compuestos pigmentados y formando sulfoqui-
nonas, y b) inhibiendo irreversiblemente la PFO,
probablemente por la ruptura de enlaces disulfuro
(Ferrer et al. 1989). La metodología comúnmente
utilizada para preservar la apariencia y calidad del
langostino consiste en el baño de inmersión en
solución de MBS. Luego de su captura, los lan-
gostinos son colocados en recipientes con una
solución acuosa de MBS al 3% a temperaturas por
debajo de 5 °C durante 30 seg. Luego, se almace-
nan en hielo con MBS al 0,5% hasta su procesa-
miento. De esta manera, desde el momento de la
pesca hasta el empaque, el langostino absorbe
MBS durante 6 a 12 h, alcanzando concentracio-
nes de hasta 100 ppm de MBS en el tejido al
momento de su consumo, niveles que se corres-
ponden con los permitidos por el Consejo de la
Unión Europea y la Food and Drug Administra-
tion (Otell 2010). Posteriormente al tratamiento,
los langostinos son separados por tamaño para su
comercialización, generándose dos tipos de des-
echos: cabezas y langostinos enteros (rotos o de
menor tamaño al comercializado) (Pettovello y
Boschi 2016; Moriondo-Danovaro y de la Garza
2019). Por otro lado, existe una importante por-
ción de langostinos que son capturados incidental-
mente como fauna acompañante (descarte) de
otras especies objetivo, principalmente de la mer-
luza común (Merluccius hubbsi) (Góngora et al.
2012; Bovcon et al. 2013). Estos langostinos des-
cartados, al no tener un fin comercial, no son tra-
tados con MBS.
En trabajos previos se ha demostrado que P.
muelleri es una fuente importante de biomoléculas
y subproductos tales como suplementos enzimáti-
cos para alimentos, coagulantes lácteos e hidroli-
40 MARINE AND FISHERY SCIENCES 35 (1): 39-48 (2022)