La epibiosis puede definirse como la coloniza-
ción de una superficie viva por animales o plantas
sésiles (Wahl et al. 1997). Muchos organismos
acuáticos han desarrollado estrategias de fijación
a superficies duras y relativamente estables pro-
porcionadas por otros seres vivos (Fernandez-
Leborans 2010). La epibiosis es un fenómeno
típicamente (aunque no exclusivo) acuático y
extremadamente común en el mar (Wahl 1989).
Los ensamblajes epibióticos constituyen modelos
apropiados para investigar los factores ecológicos
y evolutivos que gobiernan las relaciones simbió-
ticas siendo, además, herramientas útiles para el
seguimiento de los movimientos de los organis-
mos (Domènech et al. 2015).
Las ballenas barbadas son unos de los anima-
les vivos más grandes del planeta y han sufrido
una explotación muy intensa por parte del ser
humano (Bannister 2018). Bannister (2018) indi-
ca que cuatro de las 14 especies que agrupa el
Suborden Mysticeti Flower, 1864, se encuentran
en peligro. El rorcual común, Balaenoptera
physalus (Linnaeus, 1758), es una de las especies
más afectadas por la sobrepesca, habiendo colap-
sado varias operaciones balleneras por la dramá-
tica reducción de las poblaciones del cetáceo
(Aguilar y García-Vernet 2018). El interés por la
conservación de esta especie motivó medidas
como su incorporación a los listados de la Con-
vención sobre el Comercio Internacional de
Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silves-
tres (CITES, por sus siglas en inglés), lo cual
prohíbe la comercialización de ejemplares o de
sus productos y moratoria a la caza desde 1985
(Bolaños-Jiménez et al. 2015; Reilly et al. 2016).
Los estudios sobre epibiosis pueden servir para
apuntalar las estrategias de conservación de esta
especie, ya que arrojan luz sobre los patrones de
ocurrencia geográfica, salud, estacionalidad y
comportamiento, entre otros muchos aspectos
(Pinou et al. 2019).
Existe muy poca información disponible sobre
epibiosis en el rorcual común, obteniéndose algu-
nos datos de los trabajos de Allen (1916), Mac-
kintosh y Wheeler (1929), Mackintosh (1942),
Bannister y Grindley (1966), Raga y Sanpera
(1986), Badillo Amador et al. (2006), Ciçek et al.
(2007), Mogoe et al. (2014) y Pino Álvarez
(2014). Una oportunidad singular de evaluar el
fenómeno epibiótico en B. physalus se obtuvo
con el varamiento de un ejemplar ocurrido en las
coordenadas 10° 59′ 32,28″ N y 64° 23′ 40,46″ W,
sector Los Cocoteros, Península de Macanao, en
el extremo occidental de la Isla de Margarita,
Estado de Nueva Esparta, Venezuela (Esteves et
al. 2018).
El ejemplar varado, un macho adulto de 19,9 m
de longitud, llegó vivo a la playa, aunque en
muy malas condiciones, muriendo al poco tiem-
po, lo cual permitió la revisión minuciosa de
todo el tegumento aún vivo. Ningún epibionte
fue detectado en este órgano. Varias barbas fue-
ron extraídas, embolsadas y transportadas hasta
el laboratorio de Parasitología, Patología y Pro-
filaxis de la Escuela de Ciencias Aplicadas del
Mar (ECAM), Universidad de Oriente, núcleo
Nueva Esparta (UDONE), donde se mantuvie-
ron refrigeradas hasta su evaluación. Las barbas
exhibían parches amarillentos dispersos, a los
cuales se realizó un raspado superficial para
recopilar posibles epibiontes presentes. Por
medio de microscopios estereoscópico (Motic
SFC12-N2TG) y óptico (Motic B1-220ASC) se
logró la observación de los organismos presen-
tes, los cuales fueron fotografiados con la ayuda
de una cámara SONY Cyber-shot HD AVCHD
Exmor R sobrepuesta a los oculares de los
microscopios. Ejemplares de los diferentes esta-
dios vitales fueron depositados como vouchers
en la Colección Parasitológica de la Escuela de
Ciencias Aplicadas del Mar de la Universidad de
Oriente. Algunos especímenes fueron traslada-
dos al Centro de Microscopía Electrónica “Dr.
Ernesto Palacios Prü”, de la Universidad de Los
Andes, Mérida. Allí, las muestras fueron deshi-
dratadas en una serie creciente de alcoholes,
colocadas en un soporte sobre una cinta adhesi-
va de carbono conductora de doble cara, y
266 MARINE AND FISHERY SCIENCES 33 (2): 265-276 (2020)